sábado, 2 de abril de 2011

Economia Natural, Carlos Padilla Massieu


Economía Natural
(Gobierno, hacedor de irresponsables)
Por Carlos Padilla Massieu


Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, pero sin recibirlo…
                  El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona.
                  Cuando la mitad de las personas llega a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien le quita lo que ha logrado con su esfuerzo, eso, mi querido amigo…ES EL FIN DE CUALQUIER NACIÓN.
A. Rogers (1931)

El pueblo mexicano está en crisis económica, tal como lo están otros países en el mundo; esta crisis representa padecimiento, y no podremos salir de ella hasta que logremos experimentar un cambio de conducta, porque –hay que decirlo- tal crisis puede ser evitable: es un producto de nuestra forma errónea de convivir como sociedad, y de frente al mundo natural que nos rodea.       Lo que ocurre, es que hay cada vez más controladores y cada vez menos productores de riqueza.
            Cuando ocurre una crisis de los controladores de la economía, por ejemplo en la Bolsa de Valores, ésta perturba al verdadero productor, porque en realidad es efecto de la manipulación del valor del dinero, y esto da por resultado el padecimiento. Tenemos una verdadera crisis de padecimiento, y esto parece absurdo dado que tenemos un país y un mundo ricos en recursos naturales, a pesar de lo que hemos depredado.
            En la historia de la humanidad, el hombre siempre ha entrado en crisis y se ha recuperado; el problema, es que esa recuperación le ha provocado incertidumbre y padecimiento antes de recuperar el equilibrio, y esto podría parecer normal, pero no lo es. Ocurre cuando el intercambio de esfuerzos entre los seres humanos (hay que recordar que sin esfuerzo no hay vida), es mediado por un controlador y no por la lógica de la economía natural, así se gesta el desequilibrio.
            Este controlador puede ser un gobierno, un rey, un dictador, un líder… En este caso, hablaremos del primero como un “hacedor de irresponsables” y, por tanto, como un factor para la formación de la crisis que señalábamos al comienzo.
Por ejemplo, si el gobierno -como el mexicano- cobra vía impuestos más de lo necesario al productor por mediar el intercambio de su esfuerzo, simplemente ya no habrá beneficios para aquél, por lo que tendrá dos caminos a tomar: dejar de producir y convertirse en controlador, porque, malamente, éste vive mejor que el productor; o bien, dejar de pagar impuestos y sobrevivir e intercambiar “clandestinamente” su esfuerzo con otro ser humano.
En ese contexto, el gobierno ya no puede subsistir porque no hay quién lo sostenga; sin embargo, el error de algunos gobernantes es cobrar más impuestos para sostenerse, dificultando la acción de los productores. Este problema no es de México, sino del mundo y se ha presentado no pocas veces a lo largo del tiempo.
Antes de seguir, debo explicar que la pobreza es un fenómeno que, como la crisis, también puede ser evitable. Según los economistas (y conste que para mí no lo son, porque sólo estudian el control de la economía, sin saber de sus orígenes) pobreza es no tener cosas materiales, en comparación con quien sí las tiene; pero esto no es pobreza. He conocido a gente que gana mucho menos, viviendo mejor dignamente en el campo, en función de su buena educación y su sentido de protección de la naturaleza; aun sin saber leer y escribir.
La pobreza no debe ser comparativa en cuanto a quién tiene y quién no, física y materialmente hablando; la verdadera está en lo mental y en la posibilidad de vivir dignamente con los resultados del esfuerzo propio para lograr higiene, alimentación y salud, bienestar de vida. Eso no se logra con mucho dinero. He visto jacales cuyos habitantes viven en armonía con el medio ambiente, y otros, pero en las ciudades, donde se vive en la miseria porque se abandonó un campo maravilloso, al no saber explotarlo correctamente y al no aceptar cuál es la esencia de la vida (para qué estamos aquí, por qué vivimos). Eso es la verdadera pobreza, no el carecer de cosas materiales.
            La pobreza, la crisis, sólo pueden evitarse si dejamos de sobre-administrar el esfuerzo del hombre, porque así haremos al pueblo responsable de su salud, su educación y su bienestar. Tales factores no son algo que pueda dar el gobierno, el individuo, si las desea, se las tiene que ganar. Además, recordemos que todo lo que el gobierno da, se lo ha quitado antes al pueblo.
            La lógica actual: Quitar a unos para dar a otros, no tiene buen resultado porque cada vez hay más pedinches, y quienes producen se retraen. Esta situación ha sido aprovechada por líderes inconscientes que aprovechan la problemática para exigir al gobierno que exija más a los productores, a fin de sostener a quienes no lo son.
            En ese sentido, la pobreza es un fenómeno creado en México y en el mundo. Si ésta existe en muchos, no obstante a su riqueza natural, es porque los productores rurales se han aglutinado  por millones en las ciudades, para cubrir una demanda creciente de industria por parte de los países “desarrollados”, más y más hambrientos de energía para sostener su economía falsa, controladora en el mundo.
Es decir, así como nuestra economía, nuestra propia cultura es falsa porque se basa en el supuesto de que podemos depredar sin consecuencias, tanto para el ambiente como para nosotros mismos. De esta suerte, o el hombre vuelve, con los conocimientos que ha perdido, a recuperar el concepto de vida acorde con la naturaleza, que es la única que garantiza su vida, o simplemente tendrá que seguir padeciendo hasta encontrar de nuevo el equilibrio, y así seguirá repitiendo la historia.

Ahora bien, ¿qué es riqueza? Es un concepto relativo. Pienso que la verdadera riqueza de un país no está tanto en sus recursos como en la actitud y conducta de sus habitantes para con el medio que los desarrolló; es decir, la naturaleza y el prójimo.  Si no, ¿por qué hay países con menos recursos que el nuestro, y tienen mejor calidad de vida?
Por ejemplo Suiza, no tiene ni el cinco por ciento de los recursos naturales que distinguen a México y sin embargo es abundantemente rico, en su actitud, respetando su entorno.
El principal creador de la riqueza es, entonces, quien ejerce con armonía las capacidades de su intelecto, su espíritu y su fuerza física (tan denigrada últimamente, al punto que en las escuelas amenazan a los chicos con “volverse trabajador” si no estudian) para producir; es necesario el equilibrio, porque si sólo usamos el intelecto o el espíritu, forzosamente alguien tendrá que mantenernos, y también si sólo usamos la  fuerza física, sin el conocimiento, eventualmente afectaremos al medio ambiente.
            Si todos los seres humanos activos (de entre 15 y 60 años) utilizaran dichos tres elementos al producir, en armonía con el entorno natural, podríamos eliminar el 80 por ciento de la industria en el mundo, la cual –por cierto- requiere de un tipo de energía que está próximo a terminarse, y lo sabemos.
            Así entonces, el controlador a que aludimos, es quien vive del productor de riqueza, controlando, con su economía falsa, el esfuerzo del otro.

La crisis en México
El hombre entra en crisis porque la naturaleza es sabia. Cuando el hombre se equivoca o abusa de su medio, ésta siempre le hace un llamado de atención, vía la crisis o el padecimiento y, como el hombre no quiere padecer, encuentra otra vez su camino.
Tal escenario se verifica en México, quizá con mayor intensidad que en otras naciones, porque tenemos un problema creado: La “obesidad” del gobierno. Éste se ha expandido, y ha complejizado su funcionamiento de tal forma, que cada vez aumenta más el porcentaje de impuestos que se cobra al trabajador, para justificar, precisamente, su funcionamiento.
            Hoy día, los gobiernos federales, estatales y municipales están llenos de gente “sabia” -consejeros, asesores y otros agregados- y dirigen un caudal de secretarías que son repetitivas en sus funciones, por no mantener una comunicación entre sí. En su interior, viven un sinnúmero de vividores, aunque algunos no lo hagan de mala fe, y de su presupuesto se mantiene una gran cantidad de asociaciones civiles, institutos, etc. etc., dedicadas a ser redentoras de la sociedad… En realidad, sus acciones contribuyen a obviar la responsabilidad para quien verdaderamente tiene que cultivarse para lograr una mejor vida con el ciudadano.
            En ese sentido, el gobierno es un hacedor de irresponsables, porque ha hecho al pueblo dependiente de él. El sistema de subsidios ha resultado, lejos de beneficio, un veneno para la economía natural en México y en el mundo, porque se sostiene con las contribuciones de los productores de riqueza, y evita, además, la responsabilidad que tenemos con el medio ambiente.
La crisis se ha presentado en nuestro país, porque el gobierno abandonó el papel que le corresponde: ser un rector de la sociedad y aplicar leyes consensadas con el pueblo, para su beneficio. Pero lo hace con diputados, la mayoría ignorantes de la materia que ejercen, cuya comunicación con el ciudadano es casi nula. Entonces, el papel del orden gubernamental debe simplificarse.
Esto anterior no tiene que ver, necesariamente, con política. Sobre cuál es el verdadero papel del gobierno, hay criterios de gente vividora del socialismo, el comunismo o el capitalismo –siempre tirándose la pelota unos a otros- que ven en la crisis del sistema, no la causa, sino un problema de ideología. Dicen, por ejemplo: el partido de la izquierda tiene que volver a gobernar, porque el capitalismo  provoca la explotación de nuestro país, o al revés el socialismo ya no resulta.
            Pero la respuesta no está en las ideologías, no está en los ismos; es, diríamos, una cuestión de sentido común.  Toda persona consciente debe saber que para vivir en sociedad, es necesaria la armonía y el respeto hacia la naturaleza -porque no se puede afectar al otro sin afectarse a sí mismo-, y que, justamente, ahí está el papel del gobierno: en consensar normas con el pueblo para que viva en armonía.
Insisto, debe, pues, convertirse en rector, y esto no depende del color de su bandera política. Necesitamos a un gobierno que sea árbitro de las reglas que los propios ciudadanos han puesto en juego para vivir armónicamente, para que yo no pueda contaminar con mi drenaje la casa del vecino, para que un municipio no dañe el río que comparte con su vecino, para que un país no escoja como tiradero de sus desechos al otro, etc., etc.
Entonces, el papel del gobierno es ayudar a la sociedad a vivir en equilibrio, no el de convertirse en su educador o su médico.  Es verdad que se necesita la asistencia pública en algunos casos, es entendible que quien no tenga para pagar un hospital, por mala suerte o culpa nuestra, deba tener la posibilidad de curarse en un nosocomio público; pero esto no funciona como sistema.
La prueba es que ahora mismo, el Instituto Mexicano del Seguro Social –a quien sostenemos por vía del gravamen-  gasta el 80 por ciento de su presupuesto en administración, y el resto en brindar servicios a la ciudadanía. Todo ello no trae más que una consecuencia: que el sistema de salubridad funcione mediocremente y que el trabajador obvie su responsabilidad de procurarse salud.
Pero si evitáramos tal sobre-administración, incluso a las empresas, porque también pagan mucho personal para rendirle cuentas al IMSS, podríamos acceder a mejores servicios y lo que hoy se gasta en burocracia serviría para mejorar la calidad de vida de los mexicanos.
            Algo similar ocurre con la educación: El sistema mexicano, que está basado en el Artículo III de la Constitución, nos engaña diciendo que el gobierno nos educa a través de una secretaría de Estado, que sólo él tiene la facultad de educarnos, porque ningún sistema puede hacerlo. No obstante, educar implica un cambio de conducta, de actitud, que parte de la formación libre, y esto sólo se da en la familia. Confundimos el término con enseñanza (de cierto, antes la secretaría se llamaba “de la Enseñanza”, pero cambió el nombre) con formación, o peor, con información.
            Actualmente, existe un exceso de información en los planes de estudio impuestos por la Secretaría de Educación Pública. Si leemos el mismo artículo 3º, parece anticonstitucional porque el gobierno se abroga como único educador y entonces, el pueblo cree que al mandar a sus hijos a la escuela o a la universidad se van a educar, cuando en realidad los están informando, sólo eso. (Quiero hacer una crítica a las universidades, públicas como privadas, porque saturan de información y de carreras sus matrículas, sólo para justificar que son necesarias).
Además, no es cierto que la educación es gratuita, porque la pagamos vía impuestos, y sólo para que la mayoría del tiempo haya paros irresponsables ante la ineficacia del pretendido rector o rectora –sin razón, pues hay parques, plazas, espacios, bibliotecas, etc., donde ejercer- la enseñanza
Quizá el mejor ejemplo de la falta de eficacia del sistema subsidiario, sea el de la basura. Ésta representa un servicio; es decir, si yo no separo mis desperdicios limpios, tengo que pagar por kilo producido el servicio de transporte y el funcionamiento de un relleno sanitario que cumpla –en el caso de México- la Norma 083. Si se pagara el costo real del servicio, sería tan oneroso que la gente empezaría, no tanto por una conciencia ecológica, sino por razones de economía natural, a dejar de producir basura; tendríamos centros de acopio y sólo mandaríamos al relleno sanitario lo estrictamente necesario, para cumplir con los requerimientos de salud. En cambio, el Artículo 115 Constitucional ha señalado que el servicio de basura es gratuito y que le corresponde a los municipios, así que cada vez se hace más basura y se pierden más recursos naturales, haciendo más irresponsable al ciudadano y los productores.
            Lo anterior también ocurre con los recursos naturales: el ciudadano no valora el agua, porque no paga en realidad lo que cuesta extraer y transportar el líquido, así que lo desperdicia.


Por lo anterior, insisto en que debemos crear un gobierno pequeño, con funciones simples y eficientes. Una sociedad como la michoacana, podría funcionar con la décima parte del personal que ahora sostiene un gobierno, estatal y municipal, obeso.
Debemos responsabilizar al pueblo de muchas de las acciones que el gobierno malamente está realizando, porque podríamos vivir con el 10 por ciento de la burocracia que tenemos ahora, si es efectiva y está bien capacitada. La cuestión de qué hacer con ese 80 ó 90 por ciento de trabajadores gubernamentales que quedarían inactivos con una reforma administrativa como la que se propone, puede resolverse de la siguiente manera: Conforme a la ley, se les remunera la liquidación y se les da un año de gracia, con sueldo pagado, para que transiten del grupo de los controladores al de los productores.
Es obligación de esta gente ser productiva y generar beneficios como parte del conjunto, y con su reubicación la labor del gobierno podría simplificarse, ya que el exceso de personal no hace sino complicar los procesos de la administración pública. Además, después de un tiempo, esto provocaría un mejor rendimiento de las finanzas públicas y una baja en las cargas hacendarias para el ciudadano, convertido en un pueblo productivo que puede acceder a un intercambio de esfuerzos libre y justo.
            Es obvio que tal acción tendría un alto costo político, pero debemos pagarlo porque la crisis del sistema a que nos referimos nos afecta a todos: los michoacanos, los mexicanos y el resto del mundo. La sobre-administración del esfuerzo del hombre no genera beneficios para el pueblo.
Hay que decir que aun los países “desarrollados”, sobre-administran sus recursos, si bien con fines diferentes. Las potencias gastan suman billonarias en ejércitos y armamentos científicos para imponer su poder en el mundo y tienen, pues, una burocracia, bélica innecesaria.
Todo esto lo costea el ciudadano para que su nación controle al mundo, pagando a los que sí producen menos de lo correcto, pues así es como sostiene su estilo de vida, a costa de los otros. Se trata, entonces, de un tipo de burocracia dedicada al control del ser humano, y que provoca –decíamos- padecimiento.
            Evitando la sobre-administración, los gobiernos contarían con más recursos económicos, bajarían los impuestos y esto provocaría que el empresario y sus trabajadores obtuvieran beneficios, redundando en la creación de un mayor número de fuentes de trabajo. Recordemos, la verdadera forma de salir adelante y de la pobreza, es con trabajo, pero físico e intelectual, en equilibrio.
            Continuar con el sistema actual, implica un desgaste económico y material que no sólo afecta a la sociedad, sino al medio donde ésta se gesta. Hoy, demandamos cada vez más energía para solventar una cultura urbana nefasta, para hacer cada vez más esfuerzo y perder más tiempo en tránsitos innecesarios.

El hombre urbano no produce riqueza. Una cosa es que intercambiando esfuerzos, información y servicios, logre mantener una economía falsa que lo mantenga, pero esto no puede sostenerse. Ha habido imperios que han durado sólo décadas porque han roto el equilibrio.
Ahora bien, ¿cómo evitar la sobre-administración del esfuerzo del hombre? Esto depende de la honestidad del gobernante, de la ética y la moral de un líder, y ese es el problema. Gobernantes, tiranos, reyes, líderes y partidos políticos se han aprovechado de la ignorancia del pueblo para apropiarse de su trabajo y de sus beneficios, aunque al final han caído cuando la crisis los ha rebasado.

El abuso de los controladores podría evitarse, si conociéramos qué rige, en realidad, al sistema económico. No es el ser humano que rige, no obstante  que siempre intente controlar, sino los tres principios de la economía, que van ligados con los tres principios de la energía (que los gobernadores, legisladores y funcionarios de México deberían conocer):
1º.   Nada es gratis. Ejemplo, como muchos que podemos dar. Cuando el gobierno dice libro gratuito miente, porque está manipulando la información para justificar que deba “educar” y gobernar al pueblo, ya que en realidad éste lo paga vía impuestos;
2º.   Nadie puede vender lo que otro no pueda comprar. Tratar de controlar los precios, en ese sentido, es contraproducente. Cuando el gobierno controla el precio del maíz, etc., provoca un desabasto, del todo evitable si existiese el libre  intercambio. Éste no permite el abuso,  pues no se puede aumentar el precio de un producto si no hay un poder adquisitivo que lo sostenga.
3º.   Cargar el costo ambiental a toda transformación de productos. La transformación de la energía, o de materia, representa siempre un costo ambiental que debe ser sufragado por el o los que lo hacen, para evitar el abuso y la mala disposición de los recursos; de lo contrario, se daña al entorno y se pone en riesgo la sustentabilidad. Si este costo se cargara a la venta del producto, por ejemplo del papel, esto obligaría a los productores a utilizar más racionalmente al bosque y el agua, porque la materia prima les sería altamente costosa. Si cobráramos a la fábrica el costo por la transformación de la celulosa de los árboles que necesita y deba de sembrar, siempre habría  árboles, aunque el papel fuera más caro, porque sería necesario renovar los recursos para seguir produciendo. Si le cobráramos a Pemex o a los transformadores de energía lo que vale recuperar el daño que provoca la extracción del petróleo,  no estaríamos desperdiciando este recurso, sólo usaríamos el automóvil para largas distancias y convertiríamos las ciudades para caminar y el tránsito de autobuses. La carga del costo ambiental, implica que nadie puede depredar al ambiente por hacer más dinero.

De seguir con estos principios naturales ya habríamos, por necesidad, optado por la energía renovable, que es más barata y menos contaminante. También, habríamos transformado nuestra  cultura urbana, porque la energía renovable necesita de áreas verdes para funcionar y en el 80 por ciento de las veces no puede utilizarse en las ciudades.
            Sin embargo, para lograr este cambio requerimos de un cambio de mentalidad. Decíamos al comienzo, se trata de actitud. Nuestro problema, es que el ciudadano no se valora como una persona, y esto hace poco digna la forma de vivir para la mayoría del mundo. El problema está en el individuo, en su ignorancia, su falta de valor.
            Vayamos a la causa, encontremos cuál es nuestro sentido de vida y dejemos atrás a tanto controlador del esfuerzo del hombre. Hay que recordar que toda acción en lo social influye en el espectro económico, y que éste afecta tarde o temprano el equilibrio natural de las cosas, provocando crisis que, insisto, son completamente evitables.
            Si esto no es posible, si no nos hacemos responsables, el hombre tendrá que seguir padeciendo, se repetirá la historia. Si vemos al pasado, éste nos alerta que el problema será cada vez más difícil porque somos cada vez más humanidad.
            Nuestro problema, entonces, es de actitud y conducta. Si el hombre entra en una relación equilibrada con su medio, con base en el conocimiento y la búsqueda de bienestar, no habrá límites para el planeta, seremos renovadores, constructores sin importar la cantidad, porque hasta la muerte produce riqueza cuando se le sabe tratar. Este planeta es maravilloso, sólo requiere de nosotros un compromiso ético y moral para vivir en él, en equilibrio.

* El presente estudio está basado en la lectura 320 libros que nos enseñan a cuidar, mantener y vivir con calidad. La lista de títulos está a tus órdenes en: carpama65@yahoo.com. La misma dirección está dispuesta para las críticas, comentarios y sugerencias.

Cualquier reproducción total o parcial de este estudio, no sólo esta permitido, sino que será agradecido.

No es Arquitectura pero tiene un buen diseño y sorpresa


ojalá en México existieran cosas así.

jueves, 10 de marzo de 2011

Dejemos atrás la Maqueta, Let the magic Begin!

Que dírias si ahora no tuvieras que hacer una maqueta para cada proyecto, sino solamente hacerlo en formato digital, y ahorrarnos material y no solamente eso, sino tambien nuestro valioso tiempo.

domingo, 20 de febrero de 2011

7 Billion




Alcanzaremos los 7 billones de personas, que es lo que pasará?

martes, 8 de febrero de 2011

La Ecliptica

Un video para todos aquellos que estudian Bioclimatica y no entienden la Ecliptica.

Patrimonio en Nieve

Uno de los patrimonios mundiales de China, El templo de Cielo, Fue reproducido en nieve esta semana durante el Festival Anual de la Nieva, en Hokkaido de Sapporo.

El festival cuanta ya con más de 250 esculturas. y se esperan los 2 millones de visitantes en la semana.







Fuente: Los Andes